La cuestión que se plantea en el problema del llamado precipicio fiscal de EEUU y que también se plantea en Europa con el Tratado de estabilidad, coordinación y gobernanza es el siguiente ¿hay que acabar con (o mitigar) las políticas expansivas si estas generan un déficit y un endeudamiento "excesivos"?
El principal argumento de los favorables a limitar la deuda y el déficit (tanto si pretenden una reducción del gasto público como un aumento de impuestos) es que no hacerlo incrementará tanto la deuda que ésta se volverá impagable, generando más problemas en el futuro de los que se resuelven actualmente. En principio parece un argumento razonable, pero si analizamos en detalle la cuestión, el argumento sólo se puede mantener parcialmente.
Uno de los principales problemas de este argumento es que no distingue entre consumo e inversión públicos, aunque la deuda que generan cada uno de ellos debería ser tratada de manera diferente. Su distinción, defendida por los economistas que creen en la regla de oro de la política fiscal, nos puede ayudar a comprender mejor el problema. Pondré el siguiente ejemplo:
Supongamos que un individuo compra cada año una máquina que le aporta X € al año y se endeuda por Y € para comprarla. El tipo de interés del endeudamiento, la tir de la máquina y el ratio de crecimiento de los ingresos son iguales. La deuda máxima que puede soportar, independientemente del tipo de interés, es:
El principal argumento de los favorables a limitar la deuda y el déficit (tanto si pretenden una reducción del gasto público como un aumento de impuestos) es que no hacerlo incrementará tanto la deuda que ésta se volverá impagable, generando más problemas en el futuro de los que se resuelven actualmente. En principio parece un argumento razonable, pero si analizamos en detalle la cuestión, el argumento sólo se puede mantener parcialmente.
Uno de los principales problemas de este argumento es que no distingue entre consumo e inversión públicos, aunque la deuda que generan cada uno de ellos debería ser tratada de manera diferente. Su distinción, defendida por los economistas que creen en la regla de oro de la política fiscal, nos puede ayudar a comprender mejor el problema. Pondré el siguiente ejemplo:
Supongamos que un individuo compra cada año una máquina que le aporta X € al año y se endeuda por Y € para comprarla. El tipo de interés del endeudamiento, la tir de la máquina y el ratio de crecimiento de los ingresos son iguales. La deuda máxima que puede soportar, independientemente del tipo de interés, es:
Y (deuda máxima) = Ingresos del conjunto de las máquinas x vida útil ponderada de las máquinas en el momento actual
También tendría sentido si las inversiones fueran constantes en términos reales
ingresos del conjunto de las máquinas x vida útil ponderada de las máquinas en el momento de la adquisición / 2
También tendría sentido si las inversiones fueran constantes en términos reales
ingresos del conjunto de las máquinas x vida útil ponderada de las máquinas en el momento de la adquisición / 2
Ahora supongamos que este individuo se llama Estado, que la población se mantiene constante, que la preferencia temporal por el dinero no varía y que tiene una economía en equilibrio en la que los tipos de interés reales, la productividad y el crecimiento económico son iguales (es una simplificación que tiene sentido económico aunque no siempre se cumpla y que nos sirve de punto de partida para tener una primera aproximación). Es decir, es como si el tipo de interés real del endeudamiento, la tir de la inversión y el ratio de crecimiento de los ingresos coincidieran. Por tanto, si el Estado invirtiera cada año un 5% del PIB en carreteras, puertos, redes de comunicaciones ... que tuvieran una vida útil de 40 años y la misma rentabilidad que el conjunto de la economía, entonces se podría endeudar por el 100% del PIB (5% x 40 años / 2) y si dedicara el 10% se podría endeudar por el 200 % del PIB. ¿Tiene sentido entonces hablar de un endeudamiento público "excesivo" basándose únicamente en su relación con el PIB (50%, 160% o 500% del PIB)? no mucho y ¿reducir el déficit para cumplir con un determinado nivel de endeudamiento o no elevarlo excesivamente? pues tampoco, porque para las inversiones lo que cuenta es la capacidad y la rentabilidad y no el volumen de déficit o deuda. No tiene sentido económico que uno pueda hacer una inversión que rinde el 5%, se pueda financiar al 2%, disponga de recursos (trabajadores en paro y capital infrautilizado), capacidad para endeudarse (el Banco Central la puede facilitar) y no lo haga porque eso aumenta la deuda. Esto es arbitraje (comprar a 2 y vender a 5) y la razón económica nos indica que hay que endeudarse y hacer la inversión. Lo que realmente importa y donde creo que hay que centrar el debate es en qué inversión pública es más productiva (hace ganar productividad a la economía) o rentable y qué método puede garantizar la mejor asignación de recursos (evitando infraestructuras innecesarias por ejemplo).
Uno de los problemas de éste planteamiento es la dificultad para saber qué parte de la deuda corresponde a la inversión pública. Siguiendo nuestro criterio podemos hacer una aproximación ya que sabemos que la inversión pública de EEUU ha sido alrededor del 3,5% del PIB según el Bureau of Economic Analysis, incluida la inversión en defensa, y que la deuda se encuentra alrededor del 100% del PIB (según los datos de Eurostat son alrededor de un 2,5% y un 90% para la zona Euro). Incluso suponiendo activos de 40 años de vida útil y tan productivos como el resto de la economía, la deuda debería ser inferior al 70% del PIB para los EEUU y del 50% para la zona Euro y por tanto, si esta fuera la parte de la deuda destinada a financiar las inversiones públicas, una parte se habría utilizado para financiar el consumo público.
Estos déficit y deuda generados por el consumo público se pueden justificar temporalmente para hacer políticas anticíclicas pero resultan difíciles de sostener a largo plazo, ya que cuanto más se eleve esa deuda, más habrá que reducir el consumo público futuro. En este punto tienen razón los favorables a limitar el déficit y el endeudamiento ¿Dónde hay que fijar el límite a la deuda generada por el consumo público? La respuesta a esta pregunta depende de las prioridades de la sociedad y sus preferencias respecto al futuro.
Todo ello nos lleva a una situación en la que tenemos una deuda, producida por el consumo público, que un día u otro tendremos que limitar y si puede ser reducir y otra deuda, producida por la inversión pública, que puede ser tan elevada como se quiera, siempre que se dedique a hacer inversiones productivas y rentables. De esta manera quedaría sin sentido la propuesta o necesidad de limitar la deuda o déficit públicos si los consideramos de forma agregada. Por lo tanto, ¿Es necesario reducir el gasto público porque se tenga una deuda pública del 100% del PIB o un déficit del 7%? No necesariamente. ¿Hay que reducir el consumo público si genera una deuda creciente? En un momento u otro la respuesta será sí, pero si se reduce el consumo se puede compensar con un aumento de la inversión, siempre que haya inversiones rentables a hacer. Estoy convencido de que con tipos de interés reales negativos a largo plazo hay muchas inversiones públicas rentables en EEUU. En la zona Euro resulta más difícil saber cual es el tipo de interés aunque un aumento de la inversión pública productiva podría ayudar a homogeneizar losAdemás, si aumentamos la inversión pública, entonces cabe esperar un aumento de los ingresos fiscales y que la reducción a hacer en el consumo público sea menor.
En definitiva, no tiene sentido endeudarse para financiar el consumo público, más allá de la gestión de la tesorería o de políticas anticíclicas limitadas en volumen y tiempo, tampoco tiene sentido financiar inversiones improductivas, pero mientras haya inversiones rentables a hacer y recursos para hacerlas resulta económicamente razonable hacerlas, independientemente del déficit y deuda que generen .