Los bancos tienen capacidad para financiar inversiones y son necesarios para el buen funcionamiento del sistema financiero y económico. Esto los sitúa en una posición estratégica que les permite disfrutar de un cierto poder político. En los momentos de bonanza económica parecía que este poder estuviera limitado, ya que los bancos debían competir entre ellos y debían obtener financiación como el resto de actores económicos, pero la crisis ha mostrado situaciones que han sido percibidas como muestras de un gran poder político que a veces ha parecido superior al de unos parlamentos y gobiernos a su servicio. Por ejemplo, se ha acusado a los bancos de restringir el crédito a familias, empresas y gobiernos y de condicionar las políticas públicas aunque se han utilizado recursos públicos para evitar la caída de bancos o que, a diferencia del resto de agentes económicos, han obtenido liquidez. También hemos visto cómo los gobiernos de Francia o Alemania han defendido los intereses de la banca en situaciones como el rescate griego.
¿Todos estos hechos son realmente una muestra de un poder político creciente de la banca?
Es cierto que los bancos han exigido unas primas de riesgo más elevadas sobre determinada deuda pública, condicionando las políticas públicas y obligando a incrementar impuestos o reducir gasto pero teóricamente la deuda pública emitida con moneda propia no debería tener riesgo de quiebra y en cambio hemos visto quitas de deuda pública. ¿Son ellos los responsables de que este riesgo no sea 0?
Es cierto que los bancos tienen unas facilidades para obtener liquidez o disponer de recursos públicos a diferencia del resto de agentes económicos pero: ¿son ellos los que prohíben a los bancos centrales dar liquidez a los gobiernos?
Es cierto que los gobiernos han defendido los intereses de la banca, pero también defienden los de las grandes empresas cuando deben conseguir contratos internacionales. Además, en el caso del rescate griego, los intereses de la banca francesa o alemana coincidían con los de los ahorradores (votantes).
La banca ha cometido errores y abusos y ha contribuido en parte a la situación actual pero también ha salido perjudicada de la crisis. Además, cuando todos los bancos actúan de la misma manera quizás deberíamos preguntarnos por qué lo hacen y cuestionar el modelo económico y la lógica que incita a gobiernos, bancos centrales y bancos a actuar de la manera que lo hacen.
El modelo actual se basa en la estabilidad de precios y, por tanto, el banco central solo puede dar liquidez a la banca, ya que si la diera al resto de agentes económicos (familias, empresas y gobierno) podría generar inflación y provocar grandes desequilibrios en el sistema financiero y económico. Esto también conlleva que la única relación posible del canal de financiación sea entre la banca y los agentes económicos y que, por tanto, haya que evitar a toda costa la caída de los bancos, ya que de lo contrario pondría en riesgo todo el sistema de concesión de crédito. Así pues, es el propio modelo económico el que incentiva que la banca obtenga unos recursos y una liquidez que ni siquiera los gobiernos obtienen. ¿Pasaría lo mismo en una economía indexada? No.
En una economía indexada la estabilidad de precios es deseable pero no imprescindible y esto permite que en el canal de financiación no sólo exista la relación entre la banca y los agentes económicos sino que también puedan existir entre el banco central y el gobierno (vía impresión de dinero). Es posible que esto genere inflación pero los contratos indexados protegen a todos los agentes de sus efectos negativos. De esta manera cambia la lógica del sistema y las relaciones de poder.
En una economía indexada, la banca tendría menos poder político ya que los gobiernos no dependerían exclusivamente de los contribuyentes, los inversores y la banca para obtener financiación. También lo podrían hacer, tanto para bien como para mal, imprimiendo dinero. De esta manera los bancos no condicionarían las decisiones políticas como, por ejemplo, el nivel de gasto público.
La capacidad para imprimir dinero permitiría a los gobiernos garantizar la deuda pública emitida en moneda propia, que no tendría riesgo de quiebra y de esta manera su prima de riesgo sería 0. También les permitiría sostener la demanda agregada aunque la banca tuviera problemas. Además el banco central podría actuar realmente como un banco de último recurso garantizando todos los ahorros. Todo esto ayudaría a reducir la incertidumbre en los mercados financieros y facilitaría que familias y empresas accedieran a la financiación con unos intereses más bajos .
De manera similar, el hecho de que un banco tuviera pérdidas y restringiera el crédito o el caos que podría provocar la quiebra de un gran banco tendrían una menor incidencia porque el gobierno podría sostener la demanda agregada y facilitar con tranquilidad la recapitalización privada del banco afectado sin necesidad de utilizar recursos públicos. Cualquier banco, por grande que fuera, dejaría de ser imprescindible y, por tanto, reduciría su poder político.
Así pues, el incremento del poder político de la banca durante la crisis es más aparente que real, fruto de un modelo económico que sitúa la estabilidad de precios por delante de otros objetivos y que, a diferencia de lo que sucedería en una economía indexada, acaba provocando que aumente el riesgo en los mercados financieros y limita las herramientas para sostener la demanda en momentos de crisis.