En la concepción del sistema monetario sucede algo similar. Hasta principios del siglo XX el metalismo, como el patrón oro, fue el principal sistema. Todo se basaba en el valor fijo del oro o la plata. Este sistema fue sustituido por el de Bretton Woods, que era una variante un poco más flexible de este y basado en el patrón dólar. En los años 1970s este sistema se colapsó y fue sustituido por el modelo actual, basado en el dinero-fiat y la flexibilidad en los tipos de cambio. Este hecho supuso un aumento de la inflación y el sistema se vio obligado a intentar fijar la inflación, de modo que aunque utilice dinero fiduciario conserva parte de la rigidez del patrón oro. Como en el caso del sistema geocéntrico o heliocéntrico, todos los sistemas expuestos intentan tener un elemento fijo, el valor de un metal, de una divisa o de la inflación.
En cambio, para la economía indexada lo que importa no es el valor fijo de un metal o la fijación de un determinado nivel de inflación si no que no se alteren las relaciones relativas, salvo que la causa sea una variación de la demanda o la oferta. No importa el valor nominal de las cosas, importa que se mantenga la proporción o el valor relativo. Da igual que un café valga 1€ o 100 €, siempre que si en el primer caso mi salario es 1.000 €, en el segundo sea 100.000 €. Esto permite que haya flexibilidad tanto en la fijación del precio de las cosas como en la cotización de las divisas y que podamos deshacernos de las rigideces que aún le quedan al modelo actual que tanto dificultan resolver la presente crisis.